¿Quién de pequeño no imitó el aullido de un lobo? Y es que el fascinante Canis lupus, por su nombre científico, está representado por este sonido lanzado a la luna en canciones, películas animadas y de terror. La capacidad depredadora de este animal lo posiciona como uno de los más potentes, respetados y lamentablemente capturados por cazadores furtivos por su hermoso pelaje. El Lobo es carnívoro desde que se conoce su existencia y junto a la manada atrapan a diversas presas comunicándose y organizándose justamente con la ayuda de sus aullidos.
Unos 20 ejemplares, con un mínimo de seis, pueden conformar un grupo y se dejan dirigir por una pareja que domina y se reproduce más que los demás. Su inteligencia está comprobada y en grupos de ocho se ha verificado que cubren hasta 200 kilómetros en territorio. A pesar de saberse poderosos, evitan acercarse mucho a los límites de su propia frontera para no afrontar choques violentos con otras jaurías.
Hace décadas y décadas el lobo habitaba muchos sectores del hemisferio norte, pero luego de todos los cambios ya conocidos por el ser humano comenzó a enfrentarse a la necesidad depredadora de estos ejemplares, los eliminaba y combatía por matar a cientos de ganados, por ejemplo. Antílopes, alces, bisontes y ovejas están en su menú. De no conseguir presas de gran tamaño o medianas optan por atrapar liebres, peces y ballenas varadas.
Al regresar de una exitosa ronda de caza, los lobos dominantes proporcionan alimento a los cuidadores y las crías, regurgitando carne para que puedan comer. Su robusto cuerpo necesita suficiente proteína al día y su gruesa capa de pelo los protege del frío o el clima templado. La mayoría de los lobos son de color marrón, con mechones dorados y negros, o sus casos totalmente blancos o negros.
En su hábitat, el Canis Lupus puede vivir entre unos seis a ocho años, mientras que si se encuentra protegido por algún tipo de autoridad, en parques resguardados o en total cautiverio duran hasta 16 años. Dejan su huella a lo largo de su existencia lanzando excrementos, aruñando el suelo o frotándose contra ramas. Todo esto respondiendo a su carácter territorial.
Dependiendo de donde vive el lobo, puede medir unos dos metros de largo, sin medir su cola con gran pelaje. Los machos adultos pueden pesar entre unos 30 y 80 kilogramos, mientras que las hembras solo llegan al tope de los 55 kilos.
Especies y alimentación
Rojo canadiense, indio, etíope, gris, ártico y rojo son tipos de lobo. El gris es el que actualmente tiene presencia en casi todos los continentes, no con gran número de ejemplares pero sí con una huella considerable, si tomamos en cuenta el poco espacio óptimo para que vivan ellos y otras especies salvajes. El etíope, conocido como El Chacal en Siemén, es relacionado con los perros domésticos por ser de la familia Canidae. Hoy día esta especie no supera los 550 miembros y se encuentra fuertemente debilitada y en franca extinción.
Los etíopes se alimentan en la mayoría de las veces de roedores y pesan entre 11 y 18 kilogramos. Habitan los prados alfo-alpinos y su pelaje como rojizo y un tanto naranja les permiten camuflarse entre el paisaje y lograr más efectividad. Pasan sus días destruyendo madrigueras y a diferencia de otros tipos de lobo, prefieren cazar individualmente y no se colaboran para derribar antílopes.
El Canis lupus arctos es reconocido por su belleza que resalta por su pelaje blanco como la nieve, y es que más que una cuestión estética, es una adaptación al medio en el que vive. Su hogar comprendido entre las islas árticas de Canadá y las costas este y norte de Groenlandia siendo su hábitat helado uno de los más difíciles para cualquier mamífero en el planeta.
Si su blanco pelaje no se perdiera en las gélidas nevadas, el lobo ártico fuera fácilmente detectado por sus presas al cazar. En contraparte, este pelaje se vuelve una herramienta de camuflaje fundamental la cual determina el grado de éxito de su alimentación. Cabe destacar que en estas zonas donde el invierno parece eterno la disponibilidad de presas se minimiza mucho en comparación a otras zonas de caza. Por lo que el lobo blanco puede pasar días buscando alimento y con suerte conseguir algún alce o liebre congelada que no pudieron aguantar el frio polar y mediante ellos subsistir hasta que pase la temporada helada.
La poca interacción que ha tenido esta subespecie del Canis lupus con los humanos es parte del éxito de que sea el único can de la especie que aún se encuentran en libertad plena en su entorno original. Otros que tienen presas menos habituales que las que podemos imaginar para estos animales, son los denominados lobos de mar o del litoral, limitándose a las zonas costeras de las islas de la Columbia británica estos suelen ser más oportunistas y agradecidos con lo que el mar les pueda ofrecer, ingiriendo grandes cantidades de pescado, moluscos y otros frutos del océano que son arrastrado a las orillas por las mareas. Sin embargo si ven la oportunidad de cazar presas como pequeñas focas o lobos marinos no dudaran en zambullirse al agua para obtener la gran cantidad de proteínas que suelen ofrecer estas presas.
A diferencia de sus coterráneos del interior, estos canes puede que jamás hayan visto un alce o un rebeco blanco en generaciones, incluso algunos mueran de viejos sin saber lo que es un ciervo.
Reproducción
El proceso de apareamiento de los lobos suele ser entre los meses de enero y marzo, tiempo en el que los machos pueden luchar ferozmente por obtener la oportunidad de aparearse, una vez establecidas las parejas estos duran juntos toda la época de cría. Las hembras entran en celo a partir de los 22 meses de vida. Son excelentes excavadores de madrigueras aunque suelen elegir cuevas que no cambian en ninguno de sus procesos de reproducción.
Al nacer los cachorros son inducidos a un estricto aprendizaje y su primera lección suele ser cuando la hembra no está dispuesta a seguir amamantando, recibiendo castigos que suelen ser severos comparando la temprana edad del lobezno.
Luego de 3 meses los jóvenes deben abandonar la madriguera para seguir la misma vida de sus padres que sin embargo siguen con el cuidado parental previniendo que su prole se vea envuelta en riesgos excesivos.
Estos mamíferos tienen una de las conductas sociales más desarrolladas y mejor establecidas del reino animal, donde las manadas se conforman por jerarquías donde cada individuo tiene una función primordial para la supervivencia del grupo en general. Tienen también una especie de rito de agresión que suelen ser demostraciones de poder para mantener las jerarquías o niveles dentro de la jauría lo que deja a los más privilegiados con derechos fundamentales como acceso preferente de la comida, lugar de descansos y hembras para reproducirse.
Sin duda las capacidades de estos animales son mucho más sorprendentes que los sentidos agudos que nos contaban en los cuentos infantiles de la caperucita roja. Donde el lobo feroz se sentía orgulloso se sus sentidos para engañar a sus presas; son animales majestuosos y más que feroces son tímidos que prefieren el mínimo contacto con los humanos, pero han sido objeto de caza indiscriminada maximizada exponencialmente por leyendas de pequeñas poblaciones que poco a poco los fueron desplazando de su hábitat natural.